Nos pasamos todo el año dándole vueltas y planificando las vacaciones, ese tiempo anhelado por todos/as en el que ponemos tantas esperanzas de expansión y disfrute. Un tiempo donde poder ser como nos apetezca ser y hacer lo que realmente nos place y satisface: viajar a lugares soñados, llevar el ritmo que nos da la gana, comer lo que nos gusta, y en definitiva dejarnos llevar…
Deseamos convertir las vacaciones en un momento especial, aquel que nos permite sentirnos mejor. Pero en el fondo lo que realmente buscamos es un tiempo en el que liberarnos de la rutina de nuestro día a día. Pretendemos reservar ese tiempo para DESCONECTAR… Pero desconectar ¿de qué? ¿de lo que hacemos? ¿de lo que somos?
En mi opinión en el fondo lo que pretendemos en vacaciones es huir un poco de nosotros mismos, de lo que somos en el día a día, para ser como nos gustaría ser.
Como siempre, esos días despreocupados o desocupados pasan y la vida retorna a su movimiento habitual. Para mí septiembre, el mes de regreso para la mayor parte de la población, siempre fue un poco angustioso. Por esa razón cuando podía lo elegía para disfrutar yo las mías. Así me aseguraba de que a mi vuelta todo estuviese funcionando al 100%. Era como querer saltarme esa fase de readaptación a la rutina. Ahora bien, poco a poco la angustia de volver a las actividades habituales la he ido transformado en otro tipo de inquietud que para mí es más sana. Ahora en septiembre, lo que experimentaba como angustia ha bajado de intensidad para convertirse simplemente en incertidumbre, en curiosidad por cómo se desplegarán los acontecimientos del año, por cómo funcionarán los nuevos proyectos… Ahora siento como si durante el verano hubiese estado plantando las semillas de los proyectos, aquellos deseos que quiero para mí y lo que quiero que pase conmigo en este año. Septiembre lo vivo ahora con una especie de expectación, como el momento de aventurar qué puedo cosechar y ver qué va creciendo.
Lo mejor de todo es que con los años he conseguido construir una especie de puente, un continuo entre la rutina del día a día y las vacaciones, aunque las experiencias que vivo sean diferentes. La realidad es que ahora las necesito menos –las vacaciones- y no me hace falta viajar tan lejos para obtener lo que necesito. Por supuesto que siguen sirviéndome para alejarme de los problemas del día a día, pero también y sobre todo para conectar con la alegría y con mi parte más expansiva y extrovertida y disfrutona. Ni que decir tiene que las aprovecho también para tirarme a la bartola y no hacer nada. Para mí es un tiempo perfecto para dar una vuelta a las cosas y tomar mayor conciencia de qué me nutre y qué no; reconocer qué cosas son las que realmente me gusta hacer. Especialmente disfruto de la fase de imaginar y proyectar todo aquello que deseo para mí en el nuevo ciclo que comienza, es decir, decidir dónde quiero poner ahora mi energía.
Por eso creo que las vacaciones tienen un poder muy valioso y positivo, que es el permitirnos hacer un alto en el camino y tomar distancia con respecto a nuestra realidad cotidiana. A mí me gusta parar, parar de verdad, o al menos lo intento. Parar en la compañía de quienes quiero, y aprovechar ese tiempo un poco más silencioso y calmado para rebobinar, para echar la vista atrás, al año pasado, revisar lo que sucedió y cómo me sentí, comprobar si estoy contento y feliz con las cosas que hago y con las personas que me acompañan en mi vida. Confirmar si lo que hago me llena; o tomar conciencia de que quizá no me llene del todo, pero necesito hacerlo; o que no lo necesito exactamente, pero me ofrece seguridad…. En definitiva, me sirven para dar una vuelta a todo mi mundo desde el silencio del motor y la distancia sobre el camino recorrido – y por recorrer.
Sin embargo durante muchos años septiembre fue un tiempo de volver al trabajo diario, a mi casa, a rodearme de las personas de siempre, en definitiva, de retornar a la rutina del año. Y como he comentado antes, esto no siempre fue fácil, ya que en verano me “evadía” de la realidad del día a día, tanto la del camino profesional escogido como la del personal… Y a la vuelta a menudo me surgían las dudas de siempre ¿Es este el trabajo que quiero? ¿Es este el lugar donde quiero vivir? ¿Es este el tipo de relaciones que deseo? Me volvía a hacer todas esas preguntas que ya estaban antes de irme pero que durante el verano había podido aparcar y colocar en un segundo plano.
Y claro, cuando volvemos de vacaciones nos encontramos de frente con la realidad en su faceta más pragmática, y entonces la fantasía de permanencia de lo que nos hemos permitido ser y vivir durante el verano se diluye y nos encontramos con nuestro “modo” supervivencia en estado puro.
¿Qué te parece desde ahora agarrar septiembre para sembrar aquello que quieres vivir de verdad? ¿Qué tal si pones manos a la obra y te replanteas aquello que impide que te sientas satisfecho/a?
El comienzo de ciclo, en este caso el escolar, es un buen momento para que nos hagamos algunas preguntas: ¿soy como elijo ser? ¿llevo la vida que me gusta llevar? … o quizá, bajando las expectativas un poco ¿hay algo, por mínimo que sea, que pueda hacer para ser más feliz? Creo que es interesante que utilicemos la fuerza que nos ha proporcionado el descanso de las vacaciones para proyectarnos hacia un futuro más elegido; aprovechar la fuerza al comienzo “ilusorio” de este ciclo para empezar a caminar en otra dirección, una que este más alineada con mi yo auténtico y con mis deseos – en el caso de que nos hayamos dado cuenta de que no estamos yendo en la dirección correcta. Y para eso, ¡por qué no! si creo que lo necesito, acompañarme de un profesional que me eche una mano.
Sinceramente creo que septiembre puede ser un buen mes, un mes para darme una oportunidad y elegir lo que sí quiero, para descartar actividades y cosas, hacer limpieza en casa, tirar trastos; para comenzar proyectos y ponerme “manos a la obra”.
Para mí una lección muy importante que aprendí es que siempre hay salida. Siempre encontramos el camino, el que mejor nos va. Únicamente tenemos que permanecer despiertos/as y atentos/as a lo que se nos mueve dentro, y si creemos que lo necesitamos, pedir la ayuda de un/a profesional para que nos acompañe durante este, puede que confuso, camino que se nos abre en septiembre. Esa fue mi experiencia durante un tiempo: me dejé acompañar. Ahora soy yo quien acompaño a otros/as en su camino.
¡¡¡¡¡Os deseo un feliz mes de regreso!!!!!
Guillermo
Aquí os dejo una bella canción de Bomba estéreo «algo esta cambiando en mí«
Algo está cambiando en mi, presiento
Algo está cambiando en ti, Lo siento
Me voy a buscar una luz pa iluminar, todos estos momentos
Dejando todo lo que tenga que dejar y seguir creciendo
Soy lo que soy lo que tengo que ser
Voy a donde voy sin tener que perder
Soy lo que soy lo que tengo que ser
Voy a donde voy sin tener que perder
Me estoy liberando del tiempo soledad y es un sentimiento
y es un sentimiento
y es un sentimiento
Estoy caminando conciencia libertad, camino despierto camino despierto
Algo está cambiando en mi, puedo verlo
Algo está cambiando en ti, algo bueno
Me voy a buscar un sonido pa cantar
Todo este silencio
Cambiando todo lo que tenga que cambiar
Y seguir creciendo
Me estoy liberando del tiempo soledad y es un sentimiento
y es un sentimiento
Estoy caminando conciencia libertad, camino despierto
camino despierto
Soy lo que soy lo que tengo que ser
Voy a donde voy sin tener que perder
Soy lo que soy lo que tengo que ser
Voy a donde voy sin tener que perder
Me estoy liberando del tiempo soledad y es un sentimiento
y es un sentimiento
Estoy caminando consciencia libertad, camino despierto
camino despierto
Guillermo
En estos momentos me dedico a la Terapia gestalt Madrid (de forma individual y grupal), a dinamizar circulo de hombres (Masculino plural y caminando entre hombres), el masaje californiano y al trabajo de autoconocimiento a través de la propuesta corporal “Movimiento Cuerpo y Creatividad” basada en el Proceso corporal integrativo.